Mi maestro...Mi amado... Mi añorado avatar de las edades de mi alma peregrina,
que sedienta recorre la senda infinita,
de toda honda ausencia,
de la callada distancia dormida entre los soles errantes,
y la fría noche que a mi soledad espanta...
...Mi maestro, mi amado, mi sueño despierto en todas mis esperanzas,
no permitas que entre ambos jamás la niebla del olvido,
levante su opaco y oscuro manto...
...Necesito saber que detrás de todo mundo me aguardas;
cuando la tarde se desmaye entre los brazos de la aurora,
y la noche irrumpa, por fin, vestida con guirnaldas de estrellas.
Te he amado desnudo y cierto, siendo niño;
y te he buscado herido de nostalgia y vestido de hombre,
mis pies sangran caminos abandonados, y mis manos tocan en el aire,
invisible el recuerdo de tu mirada...
...Hay en mí un dolor de amor que se derrama, como un manantial,
murmullos de seda con tu nombre,
gotas de oro y de luz con el agua de tus palabras,
cada gota de sangre brilla con dorados destellos,
cada golpe de huesos que estallan vencidos por el tiempo,
musitan canciones que devuelven al mar el significado del azul;
cada vez que vencido en la muerte que no mata pero hiere,
sucumbo en mi nostalgia.
De mi vientre roto,
escapan todos los niños de mi infancia, y el hombre de las edades,
que maduraron entre los trigales del sueño,
y el anciano enamorado de la luz,
abrazada a su sonrisa de siglos.
Y algo infinito late de nuevo en el corazón de la vida;
es la música aterciopelada de los soles en su danza en torno a la luz...
...Ayer y hoy se derraman ingenuos como un beso,
en los labios de la memoria, las palabras tímidas de sí mismas,
sonríen la llegada de toda caricia con los dedos del amor,
que exhibe su danza de cielos entre las olas de un mar sin agua,
más cubierto cuan inmensa la luz, de corpúsculos luminosos,
como lágrimas de estrellas... ¡He vuelto...! Dice el ayer...
¡Mi sangre es el sudor de tus gastados sueños! Afirma el presente.
En la noche, quietos por un instante, los pensamientos de ambos,
se escuchó inquieto murmurar al indómito futuro;
¿Quiénes sois vosotros que me resultáis tan familiares...?
Amanece de nuevo... ¡Estoy aquí mi estrella añorada!
¡Mi eterna aurora que cobijas todos mis anhelos!
¡Ven a mí en este ahora, mi infinita necesidad te aguarda!
¡Ven a mí, mi maestro, mi amado!
Publicado por Manuel Estrada Villodres

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