
" El hombre anhela la plenitud desde que es consciente de su existencia. Quienes poseen una naturaleza espiritual mas profunda y despierta a la verdad, experimentan mayores crisis materiales y de integración en una sociedad fundamentada en valores nada espirituales. No es de extrañar que tales personas, sean con frecuencia marginadas y juzgadas inmerecidamente. Quienes manifiestan un carácter espiritual insensible a las realidades del corazón, no son conscientes de la verdad, ni conocen aquello que existe mas allá de los muros de nuestra realidad. Despertar mentalmente a la profunda atracción de la verdad universal, es directamente proporcional a la madurez espiritual del hombre. Despertar es inevitable cuando caminamos hacia nuestro corazón, dejando atrás las sendas moribundas de las tradiciones, y los convencionalismos que pretenden mantener en pie una civilización sorda, ciega e indiferente a las manifestaciones del espíritu, en la existencia humana. Depositar nuestra fe en nada, solo conduce al vacío aparente en la realidad del tiempo. Creer en el poder, supone someternos a las exigencias del materialismo imperante. Buscar los frágiles destellos del dinero en nuestras manos, nos sitúa en la senda del eterno mendigo. Seguir la estela de la notoriedad y la fama, es caminar tras un espejismo cuyo final es la soledad mas amarga. La verdadera plenitud está en el gozo de las cosas sencillas. Ser como la hierba en el baño matutino del rocío. Vivir limpios como la luz sobre el arroyo. Y amar la vida, como la vida ama a sus raíces, hojas y ramas en el árbol del universo. "
Manuel Estrada Villodres.
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