Nosotros mismos experimentamos un vuelo alquímico desde la muerte hasta una vida renovada y sorprendente cuando bebemos la copa inevitable del morir en este mundo. No importa que caminos y circunstancias recorramos para llegar a ese inquietante momento, pues tras la cesación de todo signo y constante de vida física, la verdadera e inmaterial naturaleza del ser humano fallecido experimenta un profundo estado de sueño. La naturaleza esencial del ser humano está formada por tres "estructuras independientes, vivas, inmortales e interrelacionadas “que constituyen lo que "somos realmente”. Estas tres estructuras Vivas son; Personalidad, Mente y Memoria. La personalidad es el conjunto de características espirituales únicas e inmortales del Ser. La Mente es la inteligencia evolutiva de la Personalidad, habitáculo de los dones de la consciencia y lugar del nacimiento del Alma, más el secreto templo del Padre. La Memoria es la inmensa sala donde la experiencia almacena los recuerdos y las sensaciones asociadas al tiempo, a la realidad y al espacio. Estas tres "realidades " del ser son introducidas en un el embrión humano en el hecho de la Vida cuando esta es creada. Somos creaciones del Padre en busca de experiencias que alimenten nuestra memoria, permiten crecer a la Mente y manifestarse a la Personalidad. Cuando se completa el tiempo de nuestra asignación, debemos morir, debemos dejar todo cuanto poseíamos para iniciar la aventura experiencial más sorprendente que jamás pudiéramos imaginar. Esa aventura es lo que existe detrás de la Muerte. Al morir, todo ser humano dormita plácidamente durante un corto espacio de tiempo, mientras sus tres "partes reales" son "rescatadas y custodiadas" por los "Custodios de la Muerte”, seres de naturaleza espiritual responsables del traslado de todos los Mortales sobrevivientes a sus siguientes moradas de Vida y Progreso. Y mientras aquí, en la Tierra, sucede el duelo, el "durmiente reposa" en las antesalas de lo Alto, los mundos de Enseñanza de los hijos de Dios. Al final de este reposo el mortal, sin ser consciente de ello, es resucitado bajo una forma física semejante a su cuerpo, pero sustancialmente modificado según su estado evolutivo y características de la Personalidad Sobreviviente. El cuerpo del resucitado, aun siendo prácticamente el mismo, exhibe ciertos rasgos nuevos y asombrosos que provoca el mismo individuo a causa de la manifestación física de la belleza de su Alma. No hay fealdad, pero es cierto que a medida que el espíritu se desarrolla en luz y amor el individuo resplandece con un halo luminoso especial. El hecho de la resurrección es la técnica universal más extendida y frecuente en todos los universos del Padre para elevar desde la muerte hasta la vida a todos los mortales, sin excepciones no ser que alguno rechace deliberadamente esta gracia divina, la de la inmortalidad. A partir de la resurrección, comienza el camino más hermoso y esperanzador....
Publicado por Manuel Estrada Villodres