La aventura espiritual comienza verdaderamente al dejar este mundo atrás, por lo menos de un modo infinitamente más consciente. Normalmente todos los mortales resucitados lo hacen, es decir despiertan, a los pocos días después de haber muerto "físicamente" en sus planetas o mundos originarios. El despertar supone en sí mismo una de las experiencias más impactantes que por siempre abrigaran nuestra alma, y este entrelaza nuestra consciencia con los días últimos de nuestra existencia mortal encadenando de un modo armonioso y lucido toda la información de la memoria humana, sin pérdida de recuerdos importantes y sobre todo, por supuesto, de la Identidad. En el lugar donde despertamos no hallaremos nuestra "residencia temporal " ni mucho menos definitiva. Es solo un mundo de tránsito y ajuste del "nuevo cuerpo" a las necesidades medio-ambientales de los planetas y lugares celestes que iremos explorando y conociendo íntimamente hasta alcanzar "nuestra casa de Luz”, un mundo ciertamente diseñado para que todas nuestras más profundas expectativas y necesidades espirituales hallen una realidad donde saciarse y colmarse sobradamente. Y ni siquiera este lugar será definitivo, sino un maravilloso puente de belleza y sabiduría que nos conducirá hacia mundos de experimentación mucho más elevados. En todos estos planetas superiores destinados a recibir a los mortales sobrevivientes, se encuentran todos los tipos de razas y criaturas inimaginables que forman parte de la prolífica "raza universal humana”, la más extendida pero no la única. La vida en dichos lugares es una experiencia enteramente física y material en toda la extensión de la palabra. El aire y la luz, el agua de los arroyos y la noche serena...Las elevadas y hermosas montañas encumbradas en el trono de la Gloria. La brisa de la tarde bailando dulce entre los campos sembrados de trigo. Los ríos simulando ser arterias cristalinas de esas tierras...Todo es de una belleza tan extraordinaria, que por mucho tiempo aun creeremos seguir en la Tierra...Y el viaje continúa...
Publicado por Manuel Estrada Villodres
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