No existen más requisitos que desear vivir, para hacerlo en el despertar de la muerte. Todas las ideas acerca de supuestos estratos de una subrealidad al morir, donde permanecen un tiempo los seres desencarnados que no han logrado un determinado estado evolutivo, son creencias vinculadas al mundo irreal de los fantasmas, las cuales han ido sobreviviendo a través de los siglos adaptándose a la idiosincrasia de nuestra sociedad moderna. La inmensa pléyade de seres celestes creados desde un principio para organizar y administrar el orden de la vida en los universos del Padre, hacen siempre un uso justo y sabio de sus poderosos atributos espirituales en el desarrollo de sus competencias. Y en la aplicación de las mismas en la existencia humana, aunque muchas veces no logremos entenderlo de tal modo. NO existen almas atribuladas a causa de sus "errores experimentales" en la tierra. No existe bajo ningún concepto ninguna forma posible de castigo, tal suposición resulta además de absurda, incompatible con la personalidad divina y amorosa del Padre y sus administradores. Muchos de los que creen tales suposiciones no se dan cuenta de que las mismas nacen del erróneo esfuerzo de muchos de haber convertido a Dios en un hombre-juez común como cualquier otro, y a sus universos en una compleja empresa donde ascender resulta muy laborioso. La verdad de cuanto sucede es totalmente distinta. Dios, el Padre de los Universos, es como una entrañable abuela con pantuflas y mandil que abraza incondicionalmente a sus nietos, puesto que eso es lo que realmente somos, sus nietos, ya que El Maestro, es nuestro verdadero Padre Creador. Por lo tanto, la tendencia generalizada entre todos los responsables de la administración de los universos es la aplicación de la misericordia y la sabiduría, y no de lo contrario, en la admisión de todos los mortales en los múltiples mundos materiales pero superiores destinados al progreso del ser humano. Al morir, y tras el breve pero reconfortante sueño de la muerte, todo mortal despierta físicamente, con su mismo cuerpo aunque modificado, en planetas similares al que dejamos atrás, para continuar desarrollando su alma y su mente universal en el punto que se detuvo. No existe perdida de la consciencia. Ni interrupción de la vida en ningún modo. No existen riesgos posibles relacionados con la pérdida de memoria. No existen lagunas en el ser que despierta, pues despierta con todos sus recuerdos y su identidad. NO existen jueces ni juicios sumariales. No hay razones para el dolor. Ningún mortal se pierde en supuestas zonas vacías del universo, sencillamente no existen. Los fenómenos relacionados con las realidades astrales, altas y bajas, obedecen a una realidad distinta, pero debéis de comprender que a ningún padre atento y sabio, se le pierde un hijo jamás, a no ser que este ese esconda, pero como da la casualidad que el Padre es omnipotente, esto no es posible. Confiar en El Padre y en su Creación...En ella, el viaje continua....
Publicado por Manuel Estrada Villodres
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