La diáfana luz de una vela ligeramente torcida apenas iluminaba la habitación. La luz era suave y callada, como unos ojos humedecidos por la despedida del día...estaba agonizando. Las heridas sufridas eran demasiado dramáticas como para permitirme un día más de vida. Junto a mí, se encontraban varios de mis hermanos y amigos, Rebeca lloraba desconsolada contemplando impotente como apenas podía articular palabra alguna, y por entre las heridas aún abiertas seguía manando lenta y torpemente, hilos de una sangre macilenta. No supe cómo, pero de repente me vi envuelto en una niebla opaca que me produjo un progresivo sueño. Supe que iba a morir, todas las sensaciones habidas en mi fueron sustituidas por una extraña paz, y algo indescriptible serenó aquello que aún vibraba lacónicamente en mi ser. Quedé suspendido en sensaciones dulces, de una ternura difícilmente descriptible, jamás había sentido tal cosa...Y sentí que no estaba solo, y un sueño profundo, poderoso e inevitable, cerro mis ojos y definitivamente mi conciencia.
Fue como si amaneciera en mi mente. Tuve la sensación de despertar de un breve y reconfortante sueño. Jamás imagine cuanto comencé a vivir en aquel sorprendente, luminoso y bellísimo lugar. Esos seres estaban frente a mí, sonriendo felices contemplando mi cara estupefacta. Eran 7 hombres, de una fortaleza y altura extraordinaria que vestían con largas y nevadas túnicas que cubrían sus pies, el color de sus cabellos me llamó poderosamente la atención. Eran muy largos y blancos como aquellas nubes que se desplazaban lentamente en un cielo intensamente azul. De repente uno de ellos se adelantó y me abrazó. Sentí un calor que me inundó por completo. En mi mente resonó su voz, serena, afable y de una calidez sobrecogedora..."Bienvenido a la verdadera vida”. Al pronto los demás imitaron ese reconfortante gesto para mí, aún aturdido y sorprendentemente vivo. A mi mente acudieron instantáneamente Rebeca y mis hermanos, y una repentina tristeza invadió mi ser provocando un llanto inevitable. Entonces aquel maravilloso ser me toco el hombro y comenzó a hablar dentro de mi mente.
_Mi querido y confuso hermano, hijo de la Tierra, como ves no estás muerto, sino enteramente vivo por la Gracia de nuestro Creador y Divino Maestro. Has llegado hasta nosotros en este día de tu despertar para continuar y completar los infinitos circuitos de la vida en Las Casas de la Vid; los mundos donde todos los mortales son recibidos en la Misericordia y Amor de Dios. Ven con nosotros, te mostraremos la Verdad de cuanto por ahora debes conocer. No temas ni sufras por los tuyos, ellos también son hijos de nuestro amantísimo creador, y en la hora de su muerte, vendrán a morar junto a nosotros...
_Y yo, hipnotizado por la desconcertante majestuosidad de El, le seguí, uniéndome al grupo de esos extraños seres, y caminé por un sendero hacia un paraje de una belleza extraordinaria....
Y EL VIAJE CONTINUA.
Publicado por Manuel Estrada Villodres
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