Todo fue como un suspiro. Resultaba claramente difícil y extraño ubicarme en aquella "desconcertante y nueva realidad”, pero lo cierto es que a medida que transcurrían "los segundos", iba siendo más consciente de una vida física y vital, asombrosa, que bullía en mi interior, como un mar embravecido por fuerzas cósmicas que desconocía pero resultaban profundamente reconfortantes. Me sentía poseedor de una energía intensa, que circulaba a la par que mi sangre por mi "nuevo cuerpo", un cuerpo que me recordó instantáneamente a mis años de lozanía en los valles del Naarin, en Israel, cuando mis músculos eran como cedros robustos y erguidos, y mis piernas como álamos firmes en la tierra. Sin darme cuenta, una sonrisa conquistó mi corazón, y ya no pude evitar desprender una luz serena y afable que también observaba en aquella maravillosa ciudad verde. Todo era así...; un espectáculo manso pero vibrante al mismo tiempo, de colores que estallaban a cada instante en el cristal asombrado de mis ojos. Al principio mis acompañantes mantenían una actitud amable pero hermética. No lograba comprender su silencio. Después, estremecido por los inesperados acontecimientos, supe porqué. El suelo, todo a mi alrededor, era de una "sustancia viva" parecía que respondiera incluso a mis emociones pues la luz, esa luz suave y tenue, vibraba al unísono con mi corazón. Caminábamos por lo que identifiqué como una vía principal a juzgar por la amplitud de sus espacios y los edificios cristalinos a modo de templos griegos, unas enormes y multicolores aves surcaban los cielos formando un espectáculo de colores, vivos ciertamente hermosísimo. Nunca imagine que formarían parte de mi aventura en Crimea. Al poco, la "comitiva blanca" se detuvo frente a un edificio ámbar de formas exquisitamente armoniosas que me transporto a mi infancia cuando fui llevado al Templo Nuevo en Jerusalén.
- A partir de este momento, mi querido hermano, debes proseguir solo. Ve y vive la maravillosa experiencia de tu despertar y encuéntrate con quienes te precedieron en el viaje temporal de la muerte física- Athia, mientras pronunciaba estas inquietantes palabras, para mí, me toco en el hombro suavemente y un intenso calor ascendió desde mi vientre hasta mi corazón, acelerando su ritmo. Eran apenas 7 peldaños, como de cristal, y a cada paso fui notando como un llanto suave inundó mi alma y las lágrimas fueron lo único que pude dar y decir en ese momento...¡Era imposible¡¡llevaban demasiado tiempo muertos¡¿Cómo podía ser?, pero allí estaban....mi familia, mi querida y añorada familia, y El...era imposible...
Publicado por Manuel Estrada Villodres
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