El amor es la savia de luz invisible que nutre el tejido humano, e ilumina los caminos del hombre. No es un sentimiento de afecto ni siquiera el querer que nos ate a unos y a otros como si fuéramos eslabones inseparables de una misma cadena. El amor solo surge en nosotros cuando dejamos de querer al otro, y lo amamos por el mismo, no por lo que nos da.
El amor es la vida elevada al cuadrado cuando suma todos los significados de la Verdad, de la Bondad y de la Belleza como si fueran los colores entre las manos de un pintor imbuido del don de la Creación, y dibuja la más maravillosa de todas las formas; un corazón invisible desprendiéndose de sí para ti, para el mundo.
El amor es lo que me conmueve de ti en lo más profundo de mi corazón, mas allá de tus defectos, lejos de mi enorme torpeza de siglos como hombre que anhela las alas del espíritu. El amor es la Verdad de tu risa en medio de mi aturdimiento, como hombre que sueña la libertad sencilla del niño que fui. El amor eres tu sin saberlo, y yo buscando tu luz en mitad de la noche...
El amor es tímido como un verso noctambulo, sus pasos son frágiles cual seda que se enreda entre los pétalos tempranos del mayo florecido, pero la luz que desprende alcanza los confines del universo, y esparce su sombra indeleble más allá de los abismos de la tierra. El amor es la Verdad que oculta entre sus cerrados dominios, la Verdad que buscas, y la luz del tiempo infinito.
Y el amor vino hasta mí aquella mañana lluviosa pidiendo pan como un mendigo. Tome mi bolsa y viendo que solo tenía una hogaza introduje la mano y arranque un trozo y se lo di, y el amor sonrió agradecido mientras se alejaba despacio. Entonces, mire la bolsa y vi angustiado que el trozo que tome para el amor, se hizo de oro, y supe de mi miseria, y por qué el amor se fue aquella mañana. Y llore...
Y el amor, por fin, hablo a mi espíritu, y dijole entre suaves canciones la palabra secreta que desde el viejo árbol hasta las nevadas cumbres callaron siempre. Y al oírla mi cuerpo se ruborizo. Fue de repente. Todo se deshizo como si un sol nuevo hubiera derretido el hielo de la ignorancia gélida del mundo...Dar...Solo eso...La palabra secreta no era más que un gesto que encerraba el poder del Universo.
Publicado por Manuel Estrada Villodres
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