
No digas que la luz huyó de tanta sombra que aflige al sol. No llores la herida vergonzante del día. Toma tu alma como un candil, y úntalo de poemas de amor. Entonces, ven y enciende mi noche oscura con delicadas formas blancas. Haz que todo dolor sea simiente de amor en los campos fértiles de mi corazón. Que la luz colme mis vacíos cantaros, con el agua bendita de tu candor.
Si yace mi cuerpo moribundo en el camino, como el polvo vencido al aire, si mis pies no saben de los surcos de la tierra, si mis versos alaban la luz de un mundo nuevo, y mis lágrimas acicalan el cabello de aquella que vive en el secreto, si mis manos esculpen barro viejo del río que se mece como un sueño entre las orillas del tiempo, no digas que ignoro donde pues van las aves migratorias. Tal vez mis alas olvidaron volar.
Toma el cáliz de mi risa de aire inesperado, y como aceite sacrificado en el templo, esparce la melodía de los lirios y del tulipán que se yergue altivo entre la piedra, cuando los últimos rayos de la aurora besan la tímida mirada de la tarde. Y abre el tapiz de tus besos, a mis pies descalzos, pues mi boca arde de soledad en el fuego del vació del amor...que tu fuego devore la última retama de mi soledad...
Publicado por Manuel Estrada Villodres
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