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Citas:

Manuel Estrada Villodres
CONFERENCIAS PUBLICAS

La necesidad de ofrecer y compartir todo tipo de información relativa a la verdadera naturaleza universal del ser humano se hace cada vez más imperiosa, especialmente dado el estado de "oscuridad interior" que afecta probablemente a una más que notoria población. Y ello, tal vez, sea responsable de los complejos problemas existenciales que afectan y limitan el progreso humano de esta sociedad. Ya no se trata necesariamente de exponer realidades transcendentales relacionadas con una vida superior, sino sobre todo de descubrir en nuestro interior la semilla espiritual; que de ser adecuadamente alimentada ha de florecer provocando el surgimiento de un hombre liberado de los "oxidados escombros historico-culturales", que nos han sepultado bajo espesas capas de ignorancia. La sabiduría no es la acumulación de conocimientos ni el exceso de información, más bien es la adquisición de la verdad y su posterior aplicación vital en nuestras vidas, sin esa misma sabiduría que nos permita ver en el camino de la realidad la dirección adecuada, estamos abocados a una oscuridad inevitable.

Es por ello que el Patio de los Inquietos y yo como responsable del mismo ofrecemos gratuitamente todo tipo de conferencias a quienes esten sinceramente interesados en compartir el camino de la búsqueda de la verdad. Para ello se pueden poner en contacto a través de la dirección de correo medalamatia@gmail.com.

Manuel Estrada Villodres


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viernes, 28 de enero de 2011

El Maestro Risueño

Nunca podré olvidar la rotunda y estremecedora belleza de su risa, que estallaba limpia ante el más mínimo estímulo. Sólo los seres inundados de luz pueden reír de esa manera... tan llena de vida, como un torrente de aguas cristalinas que se desbordaban libres por entre las rocas... en esos momentos lo comprendía... mi hermano era un Dios. Yo, siempre fui aunque alegre, mucho mas melancólico que ÉL, y eso que con frecuencia se alejaba a solas a los montes cercanos a la aldea, y nos advertía que no le siguiéramos... pero el ignoraba que yo, a hurtadillas, me arrastraba sigilosamente por el sendero tras sus pasos... entonces contemplaba cosas a veces extrañas... sobre un balcón natural que caía al vacío, asomándose a las huertas del valle que regaba el río Thaor, mi hermano se inclinaba de rodillas con la cabeza hacia el suelo, y, no se como, pero parecía ausente, fuera de sí. En ocasiones, sentado, miraba más allá de las grandes extensiones de plantaciones y regadíos, mientras los campesinos laboraban, y volaba como un halcón con sus ojos de miel viva, hacia lugares que después El me relataba... Sí, yo lo amaba, su desconcertante majestuosidad me cautivó desde que supe pensar y querer las cosas bellas. Parecía en sus "espacios del espíritu" como él los llamaba. o "El templo de la oración", que hallaba algo sorprendentemente mágico, pues cuando regresaba y yo simulaba verlo de nuevas, Él me sonreía pícaro con la faz iluminada de una fuerza sobrenatural. Nunca le ví un gesto de arrogancia, a pesar de su desconcertante belleza humana... maldita sea, y yo luchando conmigo mismo mientras sus ojos me acariciaban. Sé que siempre lo supo, yo me volví un hambriento de su corazón... y aún así... se fue tantas veces. Hubo un tiempo en que no le perdoné sus prolongadas retiradas explorando las tierras y los pueblos más alllá de Judea. Años después, cuando pude en ocasiones presenciar su amor a las multitudes, lo comprendí. Pero desde entonces no he logrado dejar de llorar a solas recordando y lamentando ciertos reproches que le arrojé, quizás empujado por el temor y el excesivo celo de mi madre. Él, sonríe, yo... lo amaré siempre...

Publicado por Manuel Estrada Villodres

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