Cierra los ojos en el instante de la luz que trepa sobre tus parpados y besa tus pupilas con una dulce caricia de átomos encendidos de amor, y ora en silencio, frente al templo invisible donde Él habita. Ama entonces la dulce serenidad del silencio.
Haz que duerman todas tus palabras, acalla los sonidos de tu mente...mira en tu interior la forma apacible del alma que late al unísono con tu corazón, y desnúdate de todo cuanto te cubre...entonces pon de rodillas tu humanidad entera, inclina la cabeza, pues se consciente de que te hayas frente a la presencia invisible del espíritu de Aquel que Habita en el Secreto e ilumina la Vida, y pronuncia las palabras del corazón;
"Padre Creador, mi amada fuente de luz, vengo a ti humildemente para ofrecerte el don de mi voluntad humana, para que tú la hagas merecedora de tu reino de amor. Sabes que no soy nada sin ti. He atravesado reinos llenos de riquezas, y me he sentado en los tronos de reyes y he comido en el banquete de la vanidad las dádivas del poder, pero sin tu luz, perezco entre las sombras, lleno de espanto y soledad. He recorrido las rutas lejanas de los siglos, y mis ojos cansados han visto todo, y han gozado de extrañas visiones de desbordante belleza, pero sin tu paz no cesan en mi alma las guerras entre tantos que quieren abatirme en el campo de batalla que hay en mí. He visto los Mundos que orbitan alrededor de todos tus universos, pero sin tu amor, mi vida está vacía y el frío hiela mi esperanza. Padre, acepta mi ofrenda, Toma mi alma como una flor, y mi voluntad como agua de manantial verdadero y riega cuanto soy, haz que tu alma me llene como los rayos del amanecer llenan de luz al nuevo día..."
Publicado por Manuel Estrada Villodres
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